1. Desgaste visible:

 El tiempo deja su huella en todo, y los colchones no son la excepción. Si notas hundimientos, deformidades o incluso si la superficie parece desgastada y descolorida, es hora de considerar un cambio. Un colchón en buen estado debe proporcionar un soporte uniforme y firme, y cualquier signo de deterioro es una clara señal de que tu colchón ha cumplido su ciclo de vida útil.

2. Dolor corporal persistente: 

Si te despiertas con dolores y molestias constantes, especialmente en la espalda, hombros o cuello, tu colchón podría ser el culpable. A medida que envejecen, los colchones pierden su capacidad para ofrecer el soporte adecuado, lo que puede resultar en incomodidades que afectan negativamente tu salud a largo plazo. Escucha a tu cuerpo; si el dolor persiste, es probable que sea el momento de buscar un nuevo colchón.

3. Problemas de alergia o asma: 

Con el tiempo, los colchones acumulan ácaros, polvo y otros alérgenos que pueden afectar la calidad del aire en tu dormitorio. Si has notado un aumento en los síntomas de alergias o asma, como estornudos frecuentes o dificultad para respirar durante la noche, considera la posibilidad de que tu colchón esté contribuyendo a estos problemas. Cambiar a un colchón nuevo puede marcar la diferencia en tu salud respiratoria.

4. Cambios en tu peso corporal:

 El colchón ideal varía según tu peso y preferencias personales. Si has experimentado cambios significativos en tu peso, tu colchón actual puede no ser el más adecuado para ti. Un colchón que brinda el soporte correcto puede mejorar tu comodidad y asegurar un sueño reparador. 

5. Sonidos molestos:

Si tu colchón ha comenzado a hacer ruidos molestos cada vez que te mueves, es una señal clara de que algo no está bien. Los crujidos, chirridos o cualquier sonido inusual pueden indicar resortes desgastados o materiales internos deteriorados. Estos problemas no solo afectan la calidad de tu sueño, sino que también pueden ser un indicador de un colchón que necesita ser reemplazado.